Haz tu propio compost

Al contrario de lo que sucede con la actividad industrial con la que no paramos de contaminar el ecosistema produciendo todo tipo de residuos (gases tóxicos, metales pesados, plásticos, etc...), en la naturaleza no se producen residuos, los desechos de unos son alimento para otros.

Si arrancamos una 'mala hierba' tenemos que ser conscientes de que esa planta para formarse ha consumido una serie de recursos de la tierra y que cuando muera y se descomponga (por la acción de diferentes microorganismos y otros animalejos) volverá a formar parte del suelo en forma de nutrientes.

El compost se realiza preferiblemente a partir de restos de frutas, restos de verduras, cáscaras de huevo, restos de poda y todo tipo de materia vegetal en general. No se utilizan carnes o pescados para hacer compost casero, pues en su proceso de putrefacción se concentran bacterias no muy deseables para la salud humana. Éste se puede hacer con depósitos especiales.

Contra mayor sea el tamaño de la maceta en la que haremos el compost, mejor lo podremos remover y más cantidad de tierra podremos 'renovar'. La acción de remover se realiza para oxigenar la tierra y acelerar los procesos de mineralización.

Podemos guardar los restos de frutas y verduras en un tupper cerrado hasta que esté lleno y pasar a triturarlo con la batidora (añadiendo agua para que sea más cómodo), después lo vertemos en nuestra maceta-compostadora, removemos y a esperar. Podemos repetir este proceso tantas veces como sea necesario, teniendo en cuenta que las cáscaras de cítricos como la naranja y el limón aumentarán la acidez (ph) de nuestro sustrato.

Diferentes factores como la humedad, el olor, la esponjosidad, son indicadores de la calidad/estado de nuestro compost. Si tiene un olor a tierra del bosque y al apretarlo en la mano tiene textura esponjosa está listo. Si huele algo agrio, sería conveniente añadir más tierra y remover. Es conveniente que siempre tenga algo de humedad, sin necesidad de estar encharcado.